Mañana lunes 15 de julio, cumple 3 años Mariana Valentina, y por motivos de un viaje de trabajo imprevisto, no podré estar presente. Dicho sea de paso, esta será la primera y última vez que ello ocurra, por cuanto si bien nadie ni nada tiene el derecho de evitar pasar con los hijos las fechas especiales, en este momento no me es conveniente generar conflictos en mi trabajo.
En ese sentido,
mientras alcanzo la tan ansiada libertad financiera, la solución no es otra
que: CALIDAD EN EL TIEMPO.
¿Qué quiere decir
esto? Lo explico con mi ejemplo: el viernes llevamos a Mariana Valentina a un
parque de juegos, de los que tanto le gustan, luego fuimos a comer pizza. Ayer
sábado, le entregamos su regalo de cumpleaños a primera hora, y luego pasamos
la mañana jugando con el mismo. En la tarde fue con su mamá a la fiesta de la
hija de unos vecinos, donde se divirtió bastante. Hoy, mientras escribo estas
líneas, que serán muy breves pues tengo que volver con ella, ella está sentada
cerca de mí jugando con su regalo, hasta que llegue la tarde, momento fatídico
cuando me tendré que ir, para volver mañana en la noche.
Su cumpleaños es
mañana, pero se lo hemos celebrado con todas las de la ley este fin de semana.
No hace falta gastar demasiado dinero, yo no lo he gastado, basta con crear
momentos de felicidad para ella, como todos los días deberían ser.
Mariana Valentina
no tendrá recuerdos explícitos de estos días, pero sí implícitos, es decir, no
recordará su cumpleaños número 3, pero sí que en esta época hubo mucha
felicidad para ella, a pesar de que su padre no haya podido estar en la fecha
correspondiente.
La calidad de
tiempo es importante en todo tipo de relación personal, pero fundamentalmente
con los hijos. Por allí Mariana Valentina llorará unos cuantos minutos cuando
me vaya, pero eso no borrará que le hemos celebrado alegremente su cumpleaños.
Nota: Antes de irme le cantaremos su respectivo su cumpleaños.
Confieso que no soy la más fan de la organización, nunca he llevado una agenda y me genera mucho estrés hacer rutinas, pienso que tengo cierto temor de no poder cumplir a cabalidad las actividades que me propongo y prefiero no organizar nada.
Desde que soy mamá, se ha agudizado mucho el problema de la falta de organización, constantemente me encuentro diciendo frases como: ‘No me da tiempo hacer todo’, ‘En qué momento haré tal cosa’ o me ha pasado que son las 9pm y todavía tengo un montón de cosas por hacer.
Esta semana que pasó, me apunté en un reto gratuito que encontré en Internet, sobre cómo ser una mamá emocionalmente inteligente, y abordaban, entre varios temas, la importancia de gestionar adecuadamente el tiempo, organizar el día de manera que nos sintamos más a gusto con las cosas que hacemos y encontrar los espacios para hacer todo lo que nos proponemos.
Lo anterior me llevó a reflexionar y a pensar en cómo puedo empezar a gestionar mi tiempo, mediante algunas cosas que quiero compartir con ustedes y que empezaré a poner en práctica:
1. Llevar una agenda, en mi caso, tengo cierta resistencia a hacerlo, sobre todo porque mis agendas terminan autografiadas por Mariana (mi hija mayor), pero empezaré apuntando en una hoja o nota del celular, las actividades que deseo hacer cada día, desde asearme hasta escribir alguna entrada del Blog.
2. Priorizar las actividades, una vez apuntadas todas las cosas que deseo hacer, clasificarlas de acuerdo a su importancia, por ejemplo, para mí hacer la alimentación es más importante que revisar las redes sociales.
3. Crear una rutina diaria que permita integrar todas las actividades, sin embargo, dejar espacio para la flexibilidad, tampoco la idea es crear un ritual rígido, que si no cumplo pues se acaba el mundo, no, más bien la idea es poder anticipar las actividades para lograr realizarlas todas.
4. Involucrar a todos los miembros de la familia en las rutinas y delimitar la participación de cada quien, por ejemplo si agendo un tiempo para mí, hacérselo saber a mi esposo, para que se quede con las niñas.
Con esas 4 cositas empezaré a organizarme y estoy muy comprometida con eso, ya que siento que se me está pasando la vida quejándome que ‘No tengo tiempo’ cuando en realidad tengo las mismas 24 horas al día que todo el mundo.
Ya les contaré cómo me va con mi planificación diaria y espero que si eres del team ‘No tengo tiempo para nada’ los tips te ayuden a ti también a organizarte mejor.
EL TIEMPO ES EL MISMO PARA TODOS, LA DIFERENCIA RADICA EN LA ORGANIZACIÓN
Esta entrada fue elaborada por por María Nazaret Sánchez
Hoy en Ecuador y algunos países
de Latinoamérica, se celebra el día del padre y me pareció propicio, contar un
poco de mi historia como papá migrante.
Recién llegados al Ecuador, nos
enteramos de que seríamos padres. La emoción fue una mezcla de ilusión y algo
de incertidumbre. En el fondo sabíamos que todo estaría bien, pero al ser un
evento totalmente inesperado, no sabíamos que sería de nuestra familia en
crecimiento y me tocó en parte ser un soporte emocional para mi esposa.
Para afrontar la situación, lo importante
primero fue tener claro que la función de un padre no es únicamente proveer de
recursos económicos, sino también brindar presencia. Estar tan al pendiente de
las necesidades afectivas de sus hijos, como lo hace la mamá y en nuestro caso
particular, me tocó apoyar a mi esposa, puesto que nos encontrábamos sin
familia cerca, yo era la única persona que la acompañaba en sus malestares e
interrogantes.
Como papá migrante, inicialmente
las preocupaciones se multiplicaron por dos:
En el primer aspecto, al no estar
todavía establecidos, estaba la preocupación de cómo buscar los medios
económicos para la supervivencia de la familia, ahora en crecimiento. Cómo
proveer de los recursos para el control del embarazo, pues en algunos casos la
salud pública es deficiente, cómo velar por una alimentación adecuada y
suficiente para la madre, entre tantas otras interrogantes.
En el segundo aspecto, la
preocupación era qué tanto tiempo iba a compartir con mi hija, pues bien es
sabido que los migrantes a veces debemos laborar de sol a sol, para llevar el
pan a su mesa.
La solución ante esto no es otra
que romper paradigmas, entender que si bien lo económico es importante y
queremos que nuestro hijo tenga lo mejor, no es menos importante ser también
soporte emocional, lo que se logra involucrándose en las actividades
cotidianas, bañar al bebé, cambiar los pañales, alimentarlo, jugando con él o
ella, especialmente en el caso de los migrantes, que la mayoría no contamos con
ningún apoyo familiar adicional, es decir, se nos pasan los días solo papá,
mamá y bebé.
También nos ha ayudado la
educación financiera, priorizar las necesidades, ahorrar, y destinar algún
presupuesto para la recreación, el saber que estamos garantizando las
necesidades básicas de la familia y teniendo alguna reserva para emergencias,
nos permite manejar mejor el estrés que vivimos a diario y así poder acompañar
y estar presentes en la vida de nuestros hijos.
En un podcast ampliaremos un poco
sobre nuestra historia, como papá y mamá en el exterior.
QUE TUS HIJOS TE RECUERDEN NO SÓLO COMO UN CAJERO SINO COMO UN COMPAÑERO DE JUEGOS Y DE VIDA
La respuesta a esta pregunta
pudiera ser respondida con una sola frase: en cualquier momento.
Nunca se es muy o joven o muy
anciano. Si necesitas dinero para vivir, necesitas saber administrarlo. Lo más
óptimo sería que ya desde los 3 años, los padres empecemos a transmitir algunas
lecciones básicas a nuestros niños, fomentar el ahorro, explicar poco a poco el
esfuerzo que se hace para obtener el dinero, pero, por sobre cualquier otra
cosa, enseñar que el dinero no es ni bueno ni malo, son nuestras acciones,
derivadas de tenerlo o no, las que pudieran ser calificadas como buenas o
malas.
Esto no significa robar o
perturbar la niñez a nuestros hijos por comenzar a inculcar estos temas. Por el
contrario, el niño seguirá jugando, seguirá siendo niño, lo importante e
respetar su ritmo de aprendizaje, pues sería un error pensar que con su corta
edad se volverá un experto financiero.
Se trata simplemente de enseñarles lo que no se les enseña en el colegio, pues aprender geografía puede ser interesante, pero quizás no le haga falta en el futuro; pero aprender educación financiera siempre será de suma importancia, salvo que encuentre alguna casi mágica fórmula para no necesitar del dinero para vivir.
A propósito de la celebración
del día de las madres en varios países, me puse a reflexionar y a pensar en el
costo de la maternidad para las mujeres que, de una forma u otra, ejercemos de
madres y que nada tiene que ver con lo económico.
A unas nos cuesta el cuerpo,
engordamos, adelgazamos, el ombligo se pone negro, se caen los senos, salen
estrías, se acentúa la celulitis. A otras nos cuesta el estilo, nunca más ropa
blanca, adiós a los tacones, guardar las carteras pequeñas.
A algunas (sobre todo cuando
tenemos poca o ninguna ayuda externa) nos cuesta la higiene, baños cortísimos,
la casa no tan limpia, la ropa llena de buches, mocos en el pelo, a otras nos
cuesta la decoración de la casa, ya no se compran muebles de colores claros, ni
adornos que puedan romperse, ni mesas de vidrio.
A otras nos cuesta la carrera
profesional, los proyectos se van a la gaveta, las oficinas se convierten en
cuartos de juego, la independencia económica se vuelve una utopía. A algunas
nos cuesta la salud mental, conocemos el miedo, el miedo a fallar, a hacerles
daño, a que les pase algo o a que nos pase algo a nosotras.
Concluí de todo, que la
maternidad cuesta y que asumimos ese costo, sin ninguna garantía, algunas lo
asumen muy bien, otras lo asumimos en medio de caos y agobios, recibiendo como
pago besos babosos, abrazos con cabezazos incluidos, miradas de amor y
palabritas recortadas de cariño.
Nuestro reconocimiento a todas las que día a día asumen el costo de la maternidad.
Poco más de un mes sin publicar
entradas, la razón: el nacimiento de nuestra segunda hija, nuevas
responsabilidades laborales y una mudanza.
Hemos querido aprovechar y
referirnos al último de los temas mencionados, porque definitivamente Nos ha
llamado la atención cómo después de tanta planificación financiera para dicho
evento, no logramos dimensionar la magnitud de los gastos que podrían
presentarse.
Cabe destacar, que tenemos
experiencia en mudanzas, incluso de un país a otro, sin embargo, esta tenía una
característica especial: nos mudamos a nuestra casa propia. Ya en otra entrada
analizaremos el tema sobre los argumentos a favor y en contra de adquirir un
inmueble para su ocupación.
Debemos partir haciendo
referencia a un elemento básico en el que hemos insistido en varias ocasiones:
para vivir solo es necesario el aire que respiramos, los alimentos que consumimos
y un techo que nos proteja por las noches (propio o no).
No obstante lo anterior, en este
caso particular, nos preocupamos por ciertas necesidades no tan básicas o
secundarias, en relación al que planeamos sea nuestro hogar por varios años.
El inmueble se encuentra dentro
de un nuevo conjunto residencial. Las casa están ubicadas una al lado de la
otra, compartiendo las paredes de sus límites, por lo tanto, quisimos construir
un techo en el patio, que nos proporcionara privacidad y seguridad…¡un gasto
considerable! De igual forma, quitamos el césped en mal estado e improvisado
que vino con la casa, sustituyéndolo por piso de cemento; ya en un futuro
analizaremos colocar cualquier piso más decorativo.
Algunas paredes venían pintadas
de un color amarillo que no era de nuestro agrado, por lo que procedimos a pintarlas
del mismo color del resto de las paredes, y aprovechamos y pintamos de color
rosa una de las paredes de la habitación de nuestra niña.
Hasta ahora hemos hecho
referencia de gastos previamente planificados, pero luego aparecen en escena
otros que no lo fueron. Tuvimos que cancelar el servicio de internet con el que
contábamos, ya que a la zona a la cual nos estábamos mudando, ofrecían muy baja
velocidad; esto implicó un trámite largo, en el cual nos seguían cobrando el
servicio, además de una multa por no permanecer un tiempo mínimo con ese
servicio.
De igual forma, hubo gastos
extras con respecto al departamento que abandonamos (pintura, arreglos, entre
otros); gastos que no erogamos propiamente sino que fueron descontados de la
garantía proporcionada inicialmente.
Ya en la nueva casa, también debimos
comenzar a organizarnos con los vecinos, sobre todo en temas de seguridad, lo
que conllevó gastos imprevistos en la instalación de un cerco eléctrico, portón
peatonal con cerradura magnética y portón vehicular eléctrico. Adicionalmente,
debemos instalar protecciones en la puerta y ventanas de nuestra casa. Cabe
destacar, que Quito es una ciudad con bajos índices de delincuencia, pero en
este tema, más vale prevenir que lamentar.
Ante todo esto, la pregunta es:
¿se pueden planificar los gastos de una mudanza?
¡DEFINITIVAMENTE, SÍ!
El error en el que incurrimos en nuestra
planificación fue no haber apartado dinero para, precisamente, gastos
imprevistos.
Nuevamente se debe recordar que
cada quien evalúa sus prioridades en cada tema. No todos deben incurrir en los
gastos en que incurrimos nosotros, pues, aire, comida y techo es lo único
necesario, sin embargo, de acuerdo a la situación económica particular, no es
un pecado atender ciertas necesidades de segundo orden, sobre todo cuando se
tienen niños pequeños.
Finalmente, vale recordar que los
autores de este blog, al igual que muchos de nuestros lectores, no hemos
alcanzado todavía el nivel de experticia financiera deseado. Nosotros seguimos
en la lucha, mejorando día a día, aprendiendo de cada experiencia y capacitándonos.
Ser
padres es un evento que definitivamente cambia la vida de maneras
inimaginables, siendo una de las preocupaciones más frecuentes el cuidado
diario del bebé. Escribimos este artículo desde nuestro punto de vista como padres
de dos hermosas niñas pequeñas, porque no solo las mujeres, sino también cada
vez más hombres se plantean también la interrogante de quedarse en casa con sus
hijos o salir a trabajar.
También
hago la aclaratoria que entiendo que hay familias donde no hay lugar a
plantearse la interrogante, ya que, ambos padres o el único progenitor a cargo,
debe salir obligatoriamente a trabajar y producir dinero para la manutención
familiar, por lo tanto, dirigimos este artículo a aquellas familias que puedan
darse el lujo de decidir sobre a quién o dónde dejar a cargo el cuidado de sus
pequeños. Ya luego escribiremos para las del primer caso.
Apartando
el tema emocional, que daría no sólo para un artículo, sino para un libro
completo, nos enfocaremos en la organización económica que implica tomar una
decisión sobre el cuidado diario de los pequeños de la casa, bien sea porque
uno de los padres se queda en casa, se contrata una niñera o se busca una
guardería, daycare, jardín u hogar de cuidado diario.
En
el caso de buscar un lugar de cuidado (guardería, daycare, jardín, nido o
cuidado diario) es importante que la pensión mensual a pagar por el mismo, no
exceda el ingreso económico de los padres, es decir, que pueda ser pagado
holgadamente, sin que ello ocasione un detrimento grave a la economía familiar,
ya que ello generaría mucho estrés y en nuestra opinión, no valdría la pena.
Con lo anterior, no me refiero a dejar al o los niños, en cualquier sitio sólo
porque sea económico, ya que, por experiencia propia podemos decirles que si el
lugar no es muy agradable, sino que se escoge sólo por el precio, la relación
con el lugar no será muy duradera; sino buscar e investigar muy bien todas las
opciones disponibles, de manera de lograr un equilibrio entre el precio a pagar
y el servicio a recibir.
Cuando
se decide contratar una niñera, apartando el tema de escoger a la persona, es
preciso destacar que se está contratando a una trabajadora, con todo lo que
ello implica en cuanto a pasivos laborales, es decir, por más informal que sea
la relación por la que surgió la contratación, siempre la persona puede reclamar
sus derechos laborales, como el pago del salario mínimo, trabajar la jornada
laboral legal, recibir las bonificaciones establecidas en la ley, liquidación,
prestaciones y todos los beneficios que correspondan de acuerdo a la
legislación laboral del país, por lo que hay que ser muy cuidadoso en ese
sentido, no vaya a ser que por quererse ahorrar un dinero, se generen gastos,
multas y obligaciones legales que no estaban previstas.
Por
último, en la situación de que uno de los padres decida quedarse en casa, es
fundamental primero ser honestos, es decir, estar claros sobre si verdaderamente
se puede subsistir sin el ingreso de ese progenitor; segundo, es preciso que
ambos padres estén de acuerdo en que uno se quede al cuidado de los hijos, y no
hacerlo por imposición u obligación, ya que se podrían generar reproches
futuros, definir el ámbito temporal de quedarse en casa uno de los padres, es
decir, si se quedará durante el primer año, hasta que el niño se escolarice o
durante un tiempo indefinido y también, delimitar si la persona sólo cuidará a
los niños o si adicional a ello, emprenderá algún negocio propio o proyecto
personal que quizás pueda generar algún ingreso extra.
También
es importante estar conscientes que quizás habrá limitaciones económicas, sobre
todo para el padre que se queda en casa, por lo que se puede establecer algún
tipo de “pago” o asignación económica para éste, de modo que no deba estar
pidiendo sacar del presupuesto familiar para sus gastos personales, sin embargo
ese dependerá de la dinámica de la pareja.
Planteados
los escenarios, quedará de parte de la pareja escoger cuál es la mejor opción
para el cuidado diario de sus hijos, la que más se ajuste a su bolsillo y a su
estilo de vida y de crianza, recordando siempre que no deben mediar culpas en
esa decisión, siempre que la misma genere padres felices e hijos felices.
Como recomendación personal a aquellas familias en la cual uno de los padres pueda quedarse en casa con sus hijos: ¡aprovechen esa oportunidad! Pues es maravillosos presenciar el día a día del crecimiento y la evolución de nuestros hijos; pero sin olvidarnos que nosotros también somos seres humano.
Desde el día en que nos
enteramos que vamos a ser padres, especialmente cuando somos primerizos, ya
queremos lo mejor para nuestros hijos, lo que hace que muchas veces gastemos en
artículos innecesarios o en exceso de cosas, que después terminamos regalando o
vendiendo a un precio irrisorio.
En lo particular, me
gusta ser minimalista y frugal, sobre todo porque mientras más cosas tengamos,
es más difícil limpiar y organizar!!! Sin embargo, también me vi tentada a
querer demasiadas cosas para mi bebita que estaba por nacer, pero en aquel
momento, la situación económica que teníamos no me permitió darle rienda suelta
a mis impulsos de gastar, cosa que después agradecí profundamente y me dio lecciones
valiosas, que me permito compartir con ustedes y que creo que les pueden ayudar
a ahorrar en las cosas del bebé:
1.-
Acepta cosas de segunda mano: en mi caso, tengo 2
sobrinas mayores que mi hija y mi hermana muy emocionada, ofreció enviarme toda
la ropita que habían dejado ellas de bebés, cosa que gustosamente acepté y me
hizo darme cuenta que los bebés no necesitan todas las cosas nuevas, con una
buena lavada las prendas de ropa quedaron intactas y limpias para el uso de mi
hija, y fue bastante el dinero que nos ahorramos, lo mismo aplica para los
cochecitos o cunas, que a veces los niños no utilizan mucho.
2.-
Si decides comprar todo nuevo, no te vayas por lo más costoso: si
no tienes personas cercanas que te puedan donar cosas y no te animas a comprar de
segunda mano, debes comprar todo nuevo para tu bebé, en mi caso, nos regalaron
únicamente ropita, por lo que tuvimos nosotros que comprar otras cosas. Nos
decidimos por un corralito (que mi bebé jamás usó) y una carriola o cochecito,
pero estábamos claros que no podíamos gastar mucho en ellos y compramos el
corralito en una súper oferta y un coche muy económico, descubriendo que las
cosas baratas cumplían la misma función que las de altísima gama. Lo mismo
aplica para la ropa de bebé, un recién nacido no necesita una camisa de
diseñador, que le va a durar 2 meses o menos, puede perfectamente cubrirse con
ropa económica.
3.-
Habla con otras mamás que pueden contarte su experiencia, sobre las cosas que
realmente usaron: si no tienes amigos que ya tengan hijos,
puedes unirte a foros o grupos de apoyo de mamás, donde puedas preguntar qué
cosas les han servido realmente y que sus bebés han usado, porque de pronto en
tu mente has visto una hermosa sillita, pero alguna amiga la utilizó y no quedó
satisfecha, o tienes pensado gastar en algunas cosas lujosas y ellas te
recomiendan cuáles han sido realmente necesarias y en las que si vale la pena
invertir.
4.-
Compra cosas que puedas usar durante mucho tiempo: si
ya decidiste hacer compras, puedes buscar artículos que te duren mucho tiempo,
como una cuna que se convierte en cama o una silla de comer que se utiliza como
escritorio, quizás en el momento te resulten costosas, pero a la larga
ahorrarás al no tener que comprar más cosas, a medida que el bebé vaya
creciendo.
5.-
Amamanta: actualmente, entiendo que es un tópico delicado
porque está plagado de juicios, pero para nosotros la lactancia materna fue
esencial para el ahorro. No sé cómo sea este asunto en otros países, pero acá
en Ecuador, alimentar a un niño exclusivamente con fórmula puede costar entre
100 y 200 dólares mensuales, sin incluir el costo de los biberones o
esterilizadores, cantidad que para aquel momento no podíamos cubrir, por lo
tanto, nos empeñamos en amamantar y tuvimos éxito en la experiencia. Estoy
consciente que muchas veces hay dificultades en la lactancia, pero es más
económico contratar una especialista en lactancia, inclusive poder dar
lactancia mixta, que sólo utilizar la fórmula.
Espero que los consejos
te sean de utilidad y nos compartas qué otros consejos puedes dar, según tu
experiencia, para ahorrar en la llegada del bebé.
Existe la falsa creencia de que ante eventos extraordinarios es imposible aplicar la educación financiera, pero, por el contrario, la educación financiera está hecha para estos momentos.
Refrigeradora, lavadora,
televisor, cocina, computador, entre otros; son bienes que damos por hecho que
necesitamos para vivir, cuando lo cierto es, que lo único realmente necesario
es el aire que respirar, comida con que sustentarnos y un techo que nos cubra y
proteja por las noches.
El presente artículo no es un
intento de decirte que no adquieras estas cosas, pues cada quien da la
prioridad que considere a las mismas, y, ciertamente, tenerlas facilita la vida
significativamente. La intención es simplemente explicar porque las mismas no
son fundamentales para la vida, peor aún, cuando ya no nos basta con un
televisor, sino que queremos un Smart TV de 58 pulgadas; o una laptop de última
generación con funcionalidades que jamás utilizaremos; o una refrigeradora con
excesivo espacio.
El presente artículo se dividirá
en tres fases:
Primera fase.- No necesito nada.
Como explicamos en la
presentación del blog, los creadores de este somos venezolanos que emigramos de
nuestra tierra en el año 2015, en lo que aquel momento fue una búsqueda de
mejores condiciones de vida, pero que vista la situación actual de nuestro
país, nos dimos cuenta de que, sin saberlo, se trató de un acto de supervivencia.
Antes de llegar a Ecuador,
tuvimos una escala de 6 meses en Colombia, donde vivimos en una habitación
arrendada con cama de dos plazas, baño privado y un pequeño televisor con
fallas en los colores (todo lo mostraba en color verde). La dueña de la casa
nos permitía utilizar la cocina y la lavadora. En ese momento, a pesar de la
relativa precariedad de vivir en una habitación bastante pequeña, todavía
teníamos acceso a la mayoría de los bienes y electrodomésticos que poseíamos en
Venezuela.
Fue en Ecuador, donde Nazaret y
yo debimos comenzar a amoblar la habitación que ocuparíamos, y luego los
departamentos a donde sucesivamente fuimos mudándonos. En cuanto a bienes, en
la habitación solo teníamos un colchón, una pequeña mesa, una Tablet que
conservaba desde Venezuela, además de nuestros teléfonos celulares, ya con
varios años de uso. En lo que respecta a servicios, además del respectivo
arrendamiento, únicamente teníamos el servicio de internet, con el cual, a
través de la Tablet, podía descargar algunos programas de televisión, y
mantener comunicación con nuestras familias en Venezuela, por medio del
Whatsapp.
Luego, compramos una arrocera, a
efectos de no tener que seguir almorzando a diario en la calle. En este
aparato, además del arroz cocinábamos huevos, pasta, arepas y demás.
El asunto es, que para ese
momento teníamos absolutamente todo lo que necesitábamos. No era menester
adquirir una refrigeradora, ya que tanto el arroz, como la harina y la pasta,
antes de ser cocinados, no requieren ninguna refrigeración, y solo cocinábamos
las porciones justas. No necesitábamos un televisor gigante con cientos de
canales, ya que con los programas que veíamos por internet era suficiente. No
necesitábamos una lavadora, ya que lavábamos nuestra ropa a mano; y así ocurrió
con muchas cosas que creemos necesarias para nuestra supervivencia.
Experiencias como la migración
ayudan a entender qué es lo verdaderamente importante, lo cual a su vez te da una
importante lección de educación financiera: ¿por qué comprarlo si no lo
necesito?
Lo narrado hasta ahora podríamos
catalogarlo como una primera fase, dentro del proceso de entender qué cosas no
necesitamos.
Segunda fase. ¿Qué necesito?
Obviamente, los momentos y las realidades
cambian. Con el nacimiento de nuestra primera hija, nos dimos cuenta que una
lavadora sería un instrumento que nos facilitaría bastante la vida, tomando en
cuenta la frecuencia con la que los bebés ensucian la ropa. Ello quiere decir
que lo que antes no necesitábamos, refiriéndome al ejemplo preciso de la
lavadora, ahora, si bien sigue sin ser una herramienta de la cual dependa
nuestra vida, si pasó a ser un bien importante.
Caso similar ocurrió con la
refrigeradora, toda vez que se volvió importante adquirirla, para poder
conservar comida y medicamentos para nuestra hija, y poder comenzar a preparar
mayor variedad de platos, para la alimentación de Nazaret durante el embarazo y
la lactancia.
Cabe destacar, que seguía sin ser
necesario comprar un televisor, mientras que en el caso de la cocina, bastó con
un par de hornillas eléctricas.
La pregunta ahora sería: ¿para
qué necesitábamos una costosa lavadora automática o una refrigeradora gigante,
cuándo con electrodomésticos más sencillos podíamos atender nuestras
necesidades?
El mensaje que pretendo
transmitir en lo que va de este artículo, es que antes de adquirir cualquier
bien o servicio, evaluemos si el mismo es realmente necesario, además de
nuestra condición económica en ese momento. Muchos migrantes (y no migrantes)
fracasan, porque desde el inicio comienzan a adquirir todos los electrodomésticos
que antes tenían, mermando de forma apresurada los ahorros, y sin tener todavía
una fuente de ingresos regular.
Tercera fase. No necesito tanto.
La tercera y última fase, es
cuando ya hemos alcanzado la estabilidad financiera, momento en el cual ya puedes
y tienes todo el derecho de darte ciertos gustos, dependiendo de tus ingresos.
Ya podrás comprarte un televisor, para relajarte en las noches luego del
trabajo; también una cocina con horno incluido, para cocinar ricos platos;
incluso una lavadora automática, que te facilite el trabajo y ahorre tiempo.
No obstante, se mantiene vigente
la recomendación de analizar la necesidad de las cosas que pretendes comprar.
¿Necesitas un Smart TV de 58 pulgadas o es suficiente con uno de 32? ¿Necesitas
un celular de última generación o con uno de gama media te bastaría? Para
escribir este artículo necesité un computador, pero bastó con una que tuviera
las herramientas de office e internet, ¿para qué gastar en una más costosa,
solo porque cuenta con capacidades que no necesito?
Adicionalmente, recuerda que el dinero que te ahorrarías al no comprarte cosas innecesarias, bien te pudiera servir para crear un fondo para emergencias o para invertir y generar ingresos. Recuerda también que las marcas de electrodomésticos conocen todo lo que he expresado en este artículo, pero igual seguirán fabricando más cosas supuestamente más desarrolladas, para que gastes tu dinero, a fin de cuentas, de eso viven. Al respecto, recomiendo observar y analizar varios documentales de Youtube que hablan sobre la obsolescencia programada (al final de este artículo copio uno).
Conclusión: si estás comenzando a construir tu patrimonio, ya sea porque emigraste, te casaste o simplemente te independizaste de tus padres, analiza realmente tus necesidades y tu situación económica, y adquiere las cosas con base en aquellas. No compres más de lo que necesitas. Como dije anteriormente, las realidades cambian, lo que hoy no te hace falta, quizás mañana sí, pero en ese momento ya estarás en la situación económica necesaria para realizar la adquisición, no antes. A la larga te darás cuenta de que no necesitamos tanto para vivir.
Estos principios pueden aplicarse a todo tipo de bienes y servicios, y no deben ser confundidos con la desidia, tema que se abordará en otra oportunidad.
OBSOLESCENCIA PROGRAMADA
LA EDUCACIÓN FINANCIERA ES LA MÁS IMPORTANTE DE TODAS.