Cuando
comenzamos a convivir en pareja, existen muchos temas que se deben discutir e
integrar a la rutina diaria, uno de los más importantes, y que a veces puede
resultar incómodo, es el del dinero.
Somos
partidarios que dentro de la pareja, casados o no, debe existir una comunidad
económica, lo que implica que todo el dinero que ingresa a la pareja, debe ser
usado para gastos del hogar y necesidades particulares de cada uno de los miembros,
o en palabras de mi papá: “Del mismo cuero, salen todas las correas”, es decir,
atrás quedó eso de lo mío es mío, si ambos perciben ingresos, ambos deben
aportar al mantenimiento de la casa…es nuestro pensar.
Entiendo
que la fórmula anterior no es exacta y que no funciona para todas las parejas,
por cuestión de crianza o de personalidades, pero es la que a nosotros nos ha
evitado conflictos, sin embargo, a pesar de que “todo es de todos”, deben
existir ciertas regla mínimas, previo acuerdo de la pareja, para garantizar que
se podrán cumplir todos los objetivos, que en nuestro caso son: supervivencia
(techo, comida, servicios), ahorro, salud, distracción, artículos necesarios
(ropa, zapatos, enseres del hogar) y recientemente, estamos planteándonos como
meta, presupuesto para inversión, lo que ya ha comenzado a rendir frutos.
Entre
los acuerdos básicos, nos parece fundamental delimitar qué gastos tiene
exclusivamente cada uno de los miembros de la pareja, donde están incluidas las
ayudas económicas a la familia extendida, gastos de arreglo personal, para
evitar que alguno de los dos gaste todo, por ejemplo, en juegos de video (no es
una indirecta jajaja) o en la peluquería, sino que exista un equilibrio,
priorizando las cosas realmente necesarias y útiles.
En
cuanto a las cosas que nosotros habitualmente realizamos para administrar
nuestros ingresos, además de definir las prioridades y los gastos exclusivos de
cada uno, son: realizar conjuntamente un presupuesto mensual (o quincenal) de
los gastos, así ambos sabemos a dónde van nuestros ingresos y hacerlo juntos,
nos permite incluir todos los gastos, sin olvidar ninguno, también solemos
ejecutar conjuntamente dicho presupuesto, de modo que ambos sepamos los canales
de pago de todas las cosas, por si alguno enferma o tiene alguna ocupación
extraordinaria.
También
tenemos en una agenda anotadas todas nuestras claves y números de cuentas, cosa
que si bien a muchas personas les parece inseguro, nos garantiza que no
bloquearemos las cuentas por olvido de claves o que en caso de alguna
emergencia, se pueda movilizar el dinero por uno sólo de nosotros. De igual
manera, es importante incluir a tu pareja en tus investigaciones sobre
educación financiera, para irle sembrando la semillita, en caso que no la
tenga, del ahorro, la inversión y de cuidar el patrimonio, para no caer en el
derroche.
En conclusión, así como casi todo en la pareja, la comunicación es fundamental para que el manejo del dinero no se convierta en un problema, conversar todos los planes y proyectos económicos que se tienen y recordar, que si ambos estamos compartiendo el mismo barco, es importante hacerlo hacia el mismo destino.
¡COMIENCEN POR ESTABLECER PRIORIDADES!